San Cristóbal de Licia es un mártir importante en la historia del cristianismo de Oriente y Occidente que vivió durante el gobierno de Decio, tercer emperador romano, cerca del año 250 DC.
Su famosa leyenda, que es conocida sobre todo en Occidente y podría haberse extraído de la antigua mitología griega, cuenta que él portó a un chico, al que no conocía, a través de un río antes de que el niño le revelase que era Cristo.
Su nombre en griego fue “Christophoros” y significa “el portador de Cristo”. Desde el siglo IV fue representado con el niño Jesús sobre sus hombros y llevando un bastón con hojas.
Era creencia común que bastaba mirar su imagen para que el viajero se viese libre de todo peligro durante aquel día. Por ello es considerado patrón de peregrinos, viajeros, motoristas y transportistas en general.
Según la tradición fue un hombre de gran estatura y se desempeñó como soldado del Imperio Romano; también se dice que tenía un alma caritativa y trataba de ayudar a los cristianos cautivos.
Cristóbal fue bautizado en Antioquía y se dirigió sin demora a predicar a Licia y a Samos. Allí fue encarcelado por el rey Dagón, que estaba a las órdenes del emperador Decio, y tras resistirse abdicar de su fe con varios intentos de tortura, se ordenó degollarlo. Según Gualterio de Espira, la nación Siria y el mismo Dagón se convirtieron a Cristo gracias este santo.
San Cristóbal es un Santo muy popular, y poetas modernos como García Lorca y Antonio Machado, lo han cantado con inspiradas estrofas. Su estatua, siempre colosal y gigantesca, decora muchísimas catedrales, como la de Toledo.
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