20.4.18

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL IV DOMINGO DE PASCUA

El buen pastor da la vida para unir a sus ovejas. Fano

El sacerdote Salvador Gil, profesor de los Centros Teológicos de la Diócesis de Málaga, ayuda a profundizar en el evangelio del IV Domingo de Pascua.


La figura de Jesús como el buen pastor no deja de sorprendernos. En este tiempo de la Pascua, san Juan nos presenta hoy al Resucitado como el buen pastor que da la vida por sus ovejas, imagen típica de Israel que describe quién es y cómo es nuestro Señor. La diferencia entre el buen pastor y un asalariado consiste en que el primero es capaz de dar la vida, ofrecer su tiempo y amar a cada una de las ovejas que le han sido encomendadas; el segundo, por el contrario, saca provecho de sus ovejas, recibe su salario y espera algún tipo de recompensa. Y, lo peor, cuando hay dificultades y todo parece oscurecerse sucumbe, tirando la toalla, y abandona el redil.

Jesús es el pastor que nos acompaña, nos conoce, nos ama y se nos entrega para que tengamos vida. A imagen del buen pastor debemos configurar nuestra existencia también nosotros. De modo especial, los sacerdotes estamos llamados a ello. Como reza en el frontal de la cruz que preside la capilla de nuestro Seminario, hoy pedimos al Señor: «Pastor bueno, ¡haznos buenos pastores!, dispuestos a dar la vida por las ovejas». Pedimos hoy al Señor por ellos y por cada rebaño que tienen que pastorear, para que seamos santos pastores. Y pidamos al Señor que nunca nos falten buenos pastores que den la vida por el pueblo.

PUBLICADO EN DIÓCESIS DE MÁLAGA.