"Felices los que creen sin haber visto. Fano"
El sacerdote José Diéguez, párroco del Santo Ángel (Málaga), ayuda a profundizar en el evangelio del Domingo II de Pascua.
Si Cristo viene a la tierra “a traernos la misericordia” como canta un antiguo villancico, y si toda su predicación y acción fue un derroche de misericordia, en su Resurrección no se quedó atrás. El Señor sigue buscándonos tantas cuantas veces sea necesario, como hace con el apóstol Tomás y como hace con nosotros al proclamar “dichosos” a cuantos creemos sin haber visto “basta el oído para creer con firmeza” (Santo Tomás de Aquino). Y creemos porque oímos a Dios a través de su Palabra y a través de su Iglesia.
Pedimos hoy al Señor que si hoy somos capaces de oír su voz, “no endurezcamos el corazón” (Salmo 94) y le busquemos adentrándonos en la herida de su costado “dentro de tus llagas, escóndeme” (San Ignacio de Loyola), abierto por pura misericordia para embriagarnos con su sangre y lavarnos con el agua que sale de Él.
La facultad que da Jesús a sus Apóstoles de lavar los pecados, perpetúa, a través del tiempo, la misericordia de Dios borrando nuestras miserias. Y es que para resucitar hay que morir al pecado, de ahí esa urgencia de Jesús, en sus primeras apariciones, enviándoles el Espíritu Santo principalmente para que actúe en la acción sacramental del perdón.
“Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia”cantamos hoy en la liturgia de la Palabra; y le damos gracias por la urgencia que tiene en perpetuar su perdón a través del ministerio sacerdotal.
¡Feliz Pascua!, ¡Feliz Domingo de la Divina Misericordia!
PUBLICADO EN DIÓCESIS DE MÁLAGA.