2.9.17

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 3 DE SEPTIEMBRE, DOMINGO XXII DEL TIEMPO ORDINARIO



Id por el mundo... Fano

José Francisco del Corral, profesor de los Centros Teológicos de la Diócesis de Málaga, ayuda a profundizar en el evangelio del Domingo XXII del Tiempo Ordinario. 
El escándalo de la cruz


El evangelio de este domingo suscita el escándalo de los que como Pedro no pueden entender un Mesías sufriente; y corre el riesgo de ser una locura para los que solo admiten un Dios a la medida humana. Escándalo y locura para los que no conocen el amor de Dios a los hombres. Son necesarias la luz y la gracia de Dios para acoger en el corazón estas palabras de Jesucristo. ¿Cómo comprender a Jesús diciendo que tenía que ir a Jerusalén a padecer allí mucho y ser ejecutado, cuando Él o su Padre podían evitarlo? «¡Lejos de ti tal cosa, Señor!» Le dice Pedro desde su humanidad.

Pero este evangelio no se limita a la cruz de Jesús, sino que Jesús añade que su discípulo ha de negarse a sí mismo y cargar con su cruz; después seguirlo. Pone una fuerte condición para el que quiera salvar su vida: salir del propio yo, vivir en completa obediencia a Dios, aceptar las situaciones difíciles y dolorosas del día, sin abandonar lo que perfecciona y mejora la vida humana e interesa al Reino de Dios (GS 39).

Mas este evangelio no es un anuncio fatalista de cruz, sino que es un anuncio kerigmático: proclama la resurrección de Jesús (ya acontecida) y la de todo hombre, porque habla al hombre de salvar la propia vida, y acaba diciendo que el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre a pagar a cada uno según su conducta. ¿Acaso va a venir a pagar a muertos? No, sino a vivos, a resucitados.

PUBLICADO EN DIÓCESIS DE MÁLAGA.