"Humildes y pequeños para encontrar al niño que nos salva". Autor: FANO
El padre carmelita José M. Fernández, párroco de Stella Maris, ayuda a profundizar en el evangelio del Domingo XXX del Tiempo Ordinario,
Sal de tu tierra
Sal de tu tierra. Esta es la invitación que este año nos hace la Jornada Mundial de las Misiones (Domund). Pero para salir debemos reconocer desde dónde salimos y descubrir hacia donde encaminarnos.
El evangelio de este domingo pone delante de nosotros ambas realidades en los personajes de la parábola: fariseo y publicano. Tenemos que salir de la autosuficiencia (fariseo) y caminar hacia la humildad (publicano), porque sólo de esta manera podremos responder a la tarea que tenemos encomendada como miembros de la Iglesia. Ésta, como afirmó el papa Pablo VI, “existe para evangelizar”. El fariseo lo tiene todo, todo lo hace bien, no necesita más. Se presenta delante de Dios para que Él reconozca sus méritos. Mientras que el publicano es consciente de su realidad. Se presenta necesitado ante Dios. Acude a su misericordia. Reconoce su realidad de pecador. Ésta debería ser nuestra actitud cada vez que vamos a misa, como nos ha recordado el Papa: «si cada uno de nosotros no se siente necesitado de la misericordia de Dios, si no se siente pecador, es mejor que no vaya a misa. Nosotros vamos a misa porque somos pecadores y queremos recibir el perdón de Dios, participar en la redención de Jesús, en su perdón».
Se trata, en definitiva, de reconocer nuestra pobreza y la grandeza de la obra de Dios. Ésta es la verdadera humildad según santa Teresa de Jesús. Si tuviéramos la actitud del publicano acogeríamos con gratitud estos dones de Dios y cambiaría nuestra actitud respecto de los demás y no seremos autosuficientes. Y nuestro testimonio de vida sería creíble. Saldríamos de nuestra tierra donde nos sentimos seguros y nos podríamos en camino, como los misioneros, para anunciar gozosos la misericordia de Dios.
PUBLICADO EN EL BLOG DIÓCESIS DE MÁLAGA.