Comentario
al evangelio del
Domingo XVIII del Tiempo Ordinario
El sacerdote José Luis Bellón, párroco de Alozaina, Casarabonela y Tolox, nos ayuda a profundizar en el evangelio del Domingo XVIII del Tiempo Ordinario.
Se dice que muchos de los más ricos del mundo son personas tantas veces raras y extravagantes, y les cuesta tener amigos. Quizás aquel que acumula riquezas tiene siempre sobre sí mismo el considerable peso de mantenerlas. Esta es la libertad con la que Cristo nos ha liberado: Jesús se ha hecho el más miserable de los pobres desfigurándose hasta no parecer Dios de Dios, Luz de Luz. Esta es la primera y la última razón de no acumular riquezas: la extrema humildad del Señor. Esto denuncia a los codiciosos de todos los tiempos, refugiados en un modo de vida lejos de la realidad y tan ricos que solo tienen dinero. Algo que nos debe avergonzar cuando vivimos o nos cuentan que una familia se enfrenta por herencias o intereses. O cuando descubres a alguien que conoces buscando en un contenedor.
Nunca, en un entierro, el camión de la mudanza va detrás, como simpáticamente nos dice el Papa. Pedimos con el salmo de hoy, un corazón sensato que no se empeñe en acumular lo que nunca podremos tener para siempre, ser necio sería pensar que lo que poseemos puede durar para siempre. El banco de Dios tiene el crédito de la caridad de Cristo, cuanto más se gasta, más grande es la cuenta. Inmensa riqueza del Señor en nuestras manos: darnos solo lo necesario para poder salvarnos. Una señora de mi pueblo miraba un céntimo: «pequeño es, pues ni uno nos vamos a llevar».
PUBLICADO EN EL BLOG DE LA DIÓCESIS DE MÁLAGA.