Comentario
al evangelio del
Domingo XVI del Tiempo Ordinario
El sacerdote Rafael J. Pérez Pallarés, delegado de Medios de Comunicación de la Diócesis de Málaga, ayuda a profundizar en el evangelio del Domingo XVI del Tiempo Ordinario.
Andamos inquietos y nerviosos por muchas cosas. A veces por demasiadas. Conviene pararse para descubrir que solo una es necesaria: la experiencia de Dios. Una experiencia que nos aterrice en la vida, especialmente al servicio de los demás. Una experiencia que aliente en las dificultades que encontraremos cuando estemos cansados o desconcertados. Una experiencia que impulse a vivir serena y equilibradamente en medio del trajín de cada día.
Un trajín que encontramos en la calle y en el convento, en el trabajo y en la casa, en las iglesias y en los espacios de ocio. No se trata de desplazar la acción frente a la contemplación o viceversa. Será la experiencia de Dios la que en cada momento ofrezca la luz necesaria para saber qué tenemos que hacer o por dónde encaminar nuestra vida. Será la experiencia mística la que nos permitirá ser fieles a nuestra vocación. Y actuar consecuentemente en nuestros ambientes. Porque sin oración no se puede vivir. Sin servir a los demás desde el carisma específico que cada uno ha recibido, tampoco. Es necesario estar con el Señor. Y con el prójimo. Desde cada vocación específica. Es lo mejor que nos puede pasar. Estar con Cristo y con quien él se identifica.
Supone una experiencia preciosa y preciada. Por eso conviene pasar horas con Cristo. Organizarse para estar al calor de su presencia en el Sagrario y su Palabra. Tenemos que aprovechar que nadie nos puede quitar la presencia de Cristo entre nosotros.
PUBLICADO EN EL BLOG DE LA DIÓCESIS DE MÁLAGA.