El sacerdote Alejandro Pérez, delegado diocesano de Liturgia // E. MATEO
CRISIS CORONAVIRUS
El delegado de Liturgia, Alejandro Pérez ofrece algunas claves para los días sagrados que vamos a celebrar.
«Nos encontramos en una situación muy especial. Esta pandemia mundial nos llevó a un Estado de Alarma que comenzó el mismo día que se proclamaba en la Iglesia el Evangelio de la samaritana», recuerda Alejandro Pérez. «Se trata de volver permanentemente a la fuente de agua viva que es Cristo y la Semana Santa es una oportunidad maravillosa para ello. Pero además, en ese Evangelio Jesús nos anunciaba que llegaría un día en que se le adoraría en espíritu y en verdad. Ahora la oportunidad la tenemos como nunca: adorarle en espíritu y en verdad, porque físicamente no vamos a poder participar de las celebraciones».
Aunque no podamos acudir a los templos, «la liturgia no se cierra, cierran las iglesias, que están hechas de piedra, pero las iglesias de piedras vivas que somos cada uno de nosotros, están en nuestras casas, somos Iglesia. Cada familia es una familia doméstica y cada cristiano es Iglesia. Somos la Iglesia, la que no se puede cerrar nunca», añade Alejandro.
La liturgia de este Triduo Pascual «será una liturgia en la que los sacerdotes estaremos solo con Dios, sin el pueblo de Dios, sin el pueblo que cada sacerdote tiene asignado. Haremos de intercesores, de puentes; en nuestras oraciones se unirán las oraciones de todos. Y todo ello con la conciencia de ser colaboradores del Obispo de la diócesis. Se trata por tanto de una gran responsabilidad».
Y, ¿cómo celebrar la Semana Santa? En palabras del delegado de Liturgia: «en primer lugar, preparándonos con los textos de la Palabra de Dios de cada día. Esto lo tenemos a mano; en segundo lugar, orando con esos textos; en tercer lugar, celebrando juntos en casa la Liturgia de las Horas, que es la oración de la Iglesia; en cuarto lugar, conectando con las celebraciones oficiales que ofrece la televisión, especialmente las que preside el Papa; y en quinto lugar, celebrar con fe y esperanza, siempre.
Alejandro Pérez ofrece unas pistas para cada uno de los días del Triduo Pascual:
Jueves Santo: «tenemos la oportunidad de hacer una buena comunión espiritual, es el día de la Caridad, día para rezar por los sacerdotes, especialmente por tu párroco. Y también día de tener un gesto de caridad, cada uno sabrá cuál».
Viernes Santo: «día de la fe desnuda. Hacer una adoración de la cruz en las casas y un via crucis bien meditado, tranquilo. Meditar también las siete palabras de Jesús».
Sábado Santo: «día de la esperanza. Como siempre, esperaremos junto a la Madre bendita, cada uno con su advocación, la Resurreción del Hijo. Podemos rezar un rosario sosegado, en silencio. Es un día para el silencio, para meditar los textos, sobre todo los del Oficio de Lectura. La Vigilia Pascual es la noche en la que se concentran los tres días anteriores: caridad, fe y esperanza. Recomiendo que tengamos presente el texto de 1 Pe 5. 7.9: “Descargad en él todo vuestro agobio, porque él cuida de vosotros. Resistidle, firmes en la fe, sabiendo que vuestra comunidad fraternal en el mundo entero está pasando por los mismos sufrimientos". El Sábado Santo nos consolarán estas palabras del apóstol san Pedro. Tengamos la conciencia de que Cristo ha resucitado, ya nos acompaña y se hace presente en la fiesta principal en nuestras iglesias que es el Domingo de Resurrección. Desde el inicio, mucho antes que el Triduo, nunca se dejó de celebrar, por parte de los cristianos. Nos reuniremos alegres en el altar de nuestras iglesias mientras ahora celebramos estos días en el altar de nuestros corazones, en nuestras casas, pero con la esperanza de reunirnos un día gozosos en el altar de cada una de nuestras parroquias, iglesias, capellanías. Nos consuela la Pascua que se acerca, tengo siempre presente un texto muy bonito, que me resulta muy consolador el Sábado santo antes de empezar la Vigilia Pascual, proviene de la liturgia mozárabe y nos dice: "Inferi vim pleni Deo corporis non tulerunt" (la fuerza de un cuerpo lleno de Dios, los infiernos no la soportaron). Por eso, solo puedo deciros Feliz Pascua, Cristo es nuestra Victoria, volvamos como la samaritana a la fuente que mana y corre, Cristo resucitado».
PUBLICADO EN DIÓCESIS DE MÁLAGA