17.1.20

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Fano: Con la APPlicación del bautismo se baja de la nube la gracia del espíritu.


El profesor de los centros teológicos Ignacio Núñez de Castro SJ ayuda a profundizar en el evangelio de este domingo


El Cordero de Dios

Juan ha bautizado a Jesús sobre quien ha visto bajar el Espíritu y da testimonio de ello al grupo de sus discípulos. Viendo a Jesús que se acercaba a la orilla del río Jordán exclamó: «Este es el Cordero de Dios, que echa sobre sus hombros el pecado del mundo».
 Con una sola frase resume Juan todo el cuarto Cántico del Siervo de Yahvé; Jesús es verdaderamente el Siervo, que «maltratado, aguantaba, no abría la boca como cordero llevado al matadero» (Is 53, 7). La imagen del cordero nos recuerda la inmolación liberadora del Cordero Pascual y la eterna victoria del Cordero, proclamada en el Apocalipsis, sobre todo el mal del mundo, ese mundo, que en palabras del evangelista, significa toda la impiedad, la hostilidad y la depravación. Junto al Cordero del Apocalipsis están todos los que han triunfado sobre el mal y cantan: «Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios Todopoderoso» (Ap 15, 3). En cada Eucaristía antes de la Comunión, por tres veces, aclamamos las mismas palabras del Bautista: «Cordero de Dios que quita el pecado del mundo». Juan continúa exaltando la figura de Aquel, que está por delante de él, porque existía antes que él, y termina con una confesión plena en la divinidad de Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios.

Por el agua que mana del costado de Cristo, el Cordero inmolado en la cruz, se nos va dar a todos nosotros, los consagrados en la gracia y la paz por el Bautismo, la plenitud del Espíritu Santo.

PUBLICADO EN DIÓCESIS DE MÁLAGA.