José Luis Bellón, párroco de Alozaina, Tolox y Casarabonela nos ofrece el comentario al Evangelio de este domingo XX del Tiempo Ordinario
Nunca como hoy somos conscientes de que tantos recursos del mundo están desequilibradamente repartidos. Nunca está de más recordar que la abundancia de una parte del mundo es desalentadora para otra parte de la población mundial, que ve como sus recursos son cada vez más escasos.
La medida de Dios es siempre tan generosa que desborda nuestros cálculos
y nuestras reservas, y con el engaño del miedo y de la indiferencia, podemos pensar que quizás compartiendo de lo nuestro, correríamos riesgo de que pudiese faltarnos algo necesario.
Dios tiene poder para preparar una mesa en el desierto. Pensemos en nuestras comunidades cristianas como el lugar donde Dios pone la mesa para sus hijos. Una comida de gala que no solo sacia el hambre, sino que puede llenar, alegrar la existencia entera, poniéndola en el camino de la vida para siempre.
Un alimento que salta hasta la vida eterna. Es tu verdadero amor eterno el que comemos en este cuerpo, Señor Jesús. Adoramos, bendecimos y partimos, este pan bajado del cielo, donde el mismo Señor nos ofrece su misma vida. Comulgar para vivir con Él. Dios ha elegido este pan y este vino como los recursos más básicos para vivir en esta tierra transformándonos en lo que comemos, pues somos su cuerpo solo unidos a Jesús: por Cristo, con Él y en Él, para tener vida en Él.
PUBLICADO EN DIÓCESIS DE MÁLAGA.