Antonio M. Montosa, profesor de los Centros Teológicos de la Diócesis de Málaga, ayuda a profundizar en el evangelio del Domingo XIX del Tiempo Ordinario.
El evangelio de este domingo pertenece al llamado discurso “del pan de la vida”. Es una de las imágenes que Juan utiliza referidas a Jesús: Él es “el pan vivo bajado del cielo”. A raíz de esta afirmación comienzan, por parte de los oyentes, una serie de murmuraciones que ponen de manifiesto, por un lado, la incomprensión de esta afirmación y, por otro, su asombro ante la novedad de estas palabras de Jesús. Él es un principio vital que viene desde lo alto y no puede ser confundido con cualquier fuente de vida. Ha venido del Padre para alimentarnos en la fe. Podemos alimentar nuestra vida con un sentido nuevo lleno de esperanza: nos resucitará en el último día.
Pero no podemos ir a Él de cualquier manera. Necesitamos estar atentos a la escucha del Padre y aprender de Él. El discípulo de Jesús no puede organizar su vida de espaldas a la escucha del Padre o poniendo más interés en otras palabras. Es necesario, para no vivir una religiosidad sin Dios, abrir y llenar nuestro corazón de Dios. A veces llenamos nuestro corazón de otros “dioses” que nos hacen la vida más cómoda y sencilla. Pero el discípulo no busca ni comodidad, ni sencillez sino alimentarse del pan vivo para vivir con intensidad su existencia, encarnándose en la realidad sufriente y, como el maestro, ser vida para el mundo: dar frutos de caridad para la vida de los hombres.
PUBLICADO EN DIÓCESIS DE MÁLAGA.