18.11.17

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO, 19 DE NOVIEMBRE DE 2017


Trabajaré agradecido los talentos que me confías. Fano

El sacerdote José Ruiz Córdoba, párroco de Churriana, ayuda a profundizar en el evangelio del Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario. 

El miedo paraliza

Una cosa es Dios y otra, bien diferente, la imagen que nos hacemos de Él. Y nos pasamos la existencia intentando que el Dios en el que creemos sea el Dios de Jesús. Porque en función de cómo le veamos así viviremos la fe, entenderemos la vida y nos situaremos en ella.

Para explicar esta idea profunda Jesús pone un ejemplo a sus discípulos: el de aquel hombre que deja a sus empleados sus bienes. Todos reciben lo mismo, porque a cada uno se le da según su capacidad. Pero no todos los guardan de la misma manera. Mientras unos les dan vida para que produzcan; otro ni lo mete en el banco, simplemente lo entierra.

Y es que cuando hay miedo, todo se paraliza. Y eso es lo que vivían los fariseos. Para ellos Dios era severo, poco transigente. Al fin y al cabo, pensaban, era el Dios Santo. Para ellos, Dios provocaba más que santo temor, provocaba miedo. Y ante tanta exigencia lo que mejor podían hacer era cumplir, cumplir y cumplir; y, desde luego, apartarse de los que no cumplían.

Y en ese paisaje desértico, Jesús aparece como agua fresca. Su Dios es el Padre de entrañas de misericordia, el que perdonando infunde respeto; es el Dios que ha venido a dar vida y vida en abundancia. Es el Dios que despierta confianza, que sostiene con su presencia. ¿Se pueden así guardar los talentos? Claro que no. Provisto de confianza Jesús se lanzó a los caminos para afrontar el riesgo del anuncio del Reino. Y esa misma confianza es la que hará posible que nosotros no enterremos nuestro talento.

PUBLICADO EN DIÓCESIS DE MÁLAGA.