"No compartir me impedirá verte..." Fano
La profesora de los Centros Teológicos de la Diócesis de Málaga, Mariela Martínez Higueras, OP, ayuda a profundizar en el evangelio de la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo.
Un juicio desconcertante
Al terminar el año litúrgico, el evangelio nos propone una escena que tendrá lugar al final de la existencia: cuando nos encontremos “cara a cara” con la verdad de nuestra vida y lo que hemos hecho de este don precioso que se nos entregó. Jesús aparece en su trono de gloria como el Señor de la Vida ante el que van compareciendo los seres humanos en un juicio cuya sentencia divide en dos grupos. La separación no es por raza, dinero, sexo, ni siquiera por la religión profesada, sino por las opciones personales que se han ido realizando.
A los que llama “benditos de mi Padre” les da “la herencia del Reino”. Ellos han hecho realidad el proyecto original de Dios. El Señor les recuerda que han realizado con Él gestos concretos de misericordia (tuve hambre, sed, fui forastero, estuve desnudo), y lo han acompañado en momentos de debilidad (falta de salud y libertad). Ante su desconcierto, la respuesta de Jesús es sorprendente: «Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis». Para Jesús no solo “nada de lo humano le es ajeno” como diría Terencio. El profeta de Nazaret va más allá y se identifica con los seres humanos, especialmente con los más débiles.
El relato nos llama a hacer presente el Reino con gestos misericordiosos y tejiendo redes que creen un mundo más justo, más humano, más fraterno. “Al atardecer de la vida solo nos examinarán del amor”.
¿Dónde queremos poner en el día a día nuestras energías, nuestros empeños, nuestros proyectos?
PUBLICADO EN DIÓCESIS DE MÁLAGA.