16.4.16

LECTURAS DOMINGO IV DE PASCUA. 17 DE ABRIL DE 2016


Lectio Divina 
con el evangelio 
del Domingo IV de Pascua
Domingo IV de Pascua, 17 de abril de 2016.


Emilio López Navas, profesor de los Centros Teológicos de la Diócesis de Málaga y párroco de Arroyo de la Miel, ofrece esta Lectio Divina con el evangelio del Domingo IV de Pascua.


Mis ovejas escuchan mi voz


Lectura (Lectio)
Este breve texto pertenece al discurso conocido como “del buen pastor”, en el capítulo décimo del Evangelio de Juan. La liturgia nos presenta este fragmento fuera de contexto, porque estas palabras de Jesús valen para siempre. Siéntete una de sus ovejas, escucha ahora su voz y lee atentamente cada palabra.


Meditación (Meditatio)
La presentación de Dios como pastor, y como un buen pastor, es recurrente en el Antiguo Testamento. Basta recordar el salmo tan utilizado y rezado que comienza diciendo: “El Señor es mi pastor, nada me falta”. Jesús utiliza esta imagen de Dios para describirse y definirse. Para describirse, porque nos cuenta cómo actúa con los suyos, con sus discípulos. Y para definirse, porque al utilizar la metáfora veterotestamentaria, está diciendo, en pocas palabras, que es Dios. De ahí el final de este fragmento, tan solemne y a la vez tan contundente. Al mismo tiempo, además, Jesús también nos define y nos describe a nosotros, a sus discípulos. Nos define porque siempre seremos ovejas, nunca llegaremos a ser el pastor (ese es único, aunque los sacerdotes actuemos en su nombre); y porque somos las ovejas de su Padre, que es quien se las ha dado. Y nos describe porque nos dice cómo debemos comportarnos, en dos palabras: escuchar su voz y seguirle. Jesús es el buen pastor, el mejor pastor, porque nos conoce (el verbo conocer indica una relación profunda, que va más allá del mero conocimiento); porque nos da la vida, la vida con mayúsculas, la vida eterna. No sólo nos lleva a los mejores pastos, sino que nos promete que nunca nadie nos apartará de su mano y de la del Padre.

Oración (Oratio)
Hemos escuchado su voz, hemos experimentado cómo Jesús nos da la vida eterna, nos hemos sentido en las manos del Padre. Ahora llega el momento de responderle, de establecer una conversación con el Señor. Puedes agradecerle esa vida que te regala, puedes pedirle por ti o por otras ovejas, para que siempre lo sigan… puedes, incluso, pedirle perdón por haberte desviado del camino... Sea como fuere, háblale, que te está esperando.

Contemplación (Contemplatio)
Jesús ha sentenciado su igualdad con Dios en la última frase y al mismo tiempo nos ha dicho que formamos parte de la corriente de amor entre Él y su Padre. En este momento de contemplación mírate en esa corriente y simplemente déjate amar. Suspende todo juicio… esto es un ejercicio más del corazón que de la mente.

Compromiso (Actio)
Formular un compromiso no es sencillo, pero nos ayuda a resumir este tiempo de oración y, a la vez, nos lleva a poner en acto lo vivido. Repasa mentalmente todo lo que has experimentado y conviértelo en una acción que puedas cumplir en esta semana y que te ayude a mejorar como “oveja” del rebaño de Jesús.

Dibujo: Fano
Texto: Diócesis de Málaga