En este segundo domingo de cuaresma, Patxi V. Fano nos invita, a través del Evangelio, a que nos vayamos a lo esencial: el Padre.
En este período de “obras” con ocasión de este tiempo fuerte, no se nos puede olvidar la fuente: Dios.
A veces nos da reparo hablar de Dios: hablamos de los pobres, del compromiso, de hacer cosas por los demás… Y todo ello está genial y es lo que debemos hacer. Pero sin olvidarnos de esos ratos de monte Tabor, de encuentro profundo que ensancha el alma y nos hace tender hacia un horizonte de esperanza ilimitado.
Jesús nos señala al Padre. Jesús siempre nos ayuda a alcanzar la meta. Su orientación es auténtica, porque vive de la voluntad del Padre, está “agarrado” (como aparece en el dibu) por Dios Padre.
Entremos en las “señales” de Dios, respetemos sus señales, así seremos conducidos a la alegría de un Tabor sin fin, hecho de compromisos y gestos concretos en el compromiso cotidiano, pero con Dios como fuente y fin.
Dibu: Fano
Texto: Fernando Cordero ss.cc. Fuente: http://blogs.21rs.es/kamiano
Aquel día Jesús invitó a sus tres más allegados a subir con El al monte.
No. No era una prueba de alpinismo.
Los invitó a orar. Por tanto, a hablar con Dios.
Los invitó a orar. Por tanto, a escuchar a Dios.
Los invitó a orar. Por tanto, a hacer una experiencia de Dios.
Para muchos la oración parece un tiempo perdido, cuando hay tanto que hacer.
Sin embargo, fue mientras Jesús oraba que se transfiguró delante de ellos.
No dice que ellos orasen. Pero sí fueron testigos de lo que es capaz de hacer la oración.