Si ayer celebrábamos el día de Todos los Santos, hoy día 2 de noviembre, conmemoramos a todos aquellos que han fallecido y especialmente a todos los que aún se encuentran en el Purgatorio.
Aprovechemos entonces este post para aprender algo más sobre el Purgatorio.
Virgen del Carmen rodeada de ángeles que rescatan almas del Purgatorio. |
¿Qué es el Purgatorio?
El Purgatorio es un estado en el que se encuentra la persona que ha fallecido, pero que no está plenamente purificada, y es ahí (en el Purgatorio) donde se es purificado para disfrutar plenamente de la presencia de Dios.
¿En qué consiste el Purgatorio?
Básicamente, se trata de ver una y otra vez, como si de una película se tratase, ciertos pecados que hemos cometido durante nuestra vida. El dolor y la humillación de verlos repetidamente nos provocará sufrimientos.
¿Pero dónde se refleja en la Biblia el Purgatorio?
Aunque no aparece literalmente, sí que se muestra el concepto. San Pablo, por ejemplo, nos narra lo siguiente respecto al día del juicio, refiriéndose con la palabra 'fuego' al concepto del Purgatorio.
"Un día se verá el trabajo de cada uno. Se hará público en el día del juicio, cuando todo sea probado por el fuego. El fuego, pues, probará la obra de cada uno. Si lo que has construido resiste el fuego, será premiado. Pero si la obra se convierte en cenizas, el obrero tendrá que pagar. Se salvará pero no sin pasar por el fuego". (1 Cor 3,13-15)
¿Necesitan nuestra oración las almas del Purgatorio?
Efectivamente. Hemos de pedir por ellas al Señor, a la Virgen María y a algunos Santos para que las almas salgan pronto del Purgatorio. El abogado de las almas del Purgatorio es San Nicolás de Torentino, y podemos rezarle la siguiente oración:
San Nicolás de Torentino |
¡Oh glorioso Taumaturgo y Protector de las almas del purgatorio, San Nicolás de Tolentino!
Con todo el afecto de mi alma te ruego que interpongas tu poderosa intercesión en favor de esas almas benditas,
consiguiendo de la divina clemencia la condonación de todos sus delitos y sus penas,
para que saliendo de aquella tenebrosa cárcel de dolores,
vayan a gozar en el cielo de la visión beatífica de Dios.
Y a mi, tu devoto siervo, alcánzame, ¡oh gran santo!,
la más viva compasión y la más ardiente caridad hacia aquellas almas queridas.
Amén.