18.5.18

COMENTARIO AL EVANGELIO DE LA SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS



El Espíritu nos une y sostiene. Fano

Pedro Leiva, subdirector del Instituto Superior de Ciencias Religiosas "San Pablo", ayuda a profundizar en el evangelio de la Solemnidad de Pentecostés.

Una etapa nueva


Estamos acostumbrados a pensar en la Resurrección y en Pentecostés como dos hechos separados en el tiempo. De hecho, cada uno tiene su entidad propia y así lo celebramos litúrgicamente. Esto se debe a que el evangelista Lucas, que es también el autor del libro de los Hechos, ha separado didácticamente estos acontecimientos.


Desde este punto de vista, el relato que hoy nos presenta el evangelista Juan es sorprendente: es Jesús mismo en una de sus apariciones el que exhala su aliento y comunica el Espíritu Santo a los discípulos, confiriéndoles con ello todo su poder. Si el texto de Juan puede tener el inconveniente de no mostrar tan claramente la significación específica de cada acontecimiento, tiene también la ventaja de poner más claramente de manifiesto la relación del Espíritu Santo con Jesús y su Resurrección.

San Gregorio Nacianceno había observado muy bien cómo la vida de Cristo va de la mano de la acción del Espíritu: «Cristo es engendrado, Él (el Espíritu) lo precede; Cristo es bautizado, Él da testimonio; Cristo es tentado, Él lo reconduce a Galilea; Cristo realiza prodigios, Él lo acompaña; Cristo sube al cielo, Él le sucede». Y es que ciertamente, Pentecostés abre una etapa nueva en la historia de la salvación, pero la efusión del Espíritu no supone una revelación nueva, sino la continuidad de la presencia de Jesús siempre con su Iglesia, recordándonos su mensaje y haciéndonos partícipes de su vida resucitada.

PUBLICADO EN DIÓCESIS DE MÁLAGA