9.2.18

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO VI DEL TIEMPO ORDINARIO



Jesús nos limpia, es agua de vida. Fano

El sacerdote jesuita Fernando Motas, profesor de Sagrada Escritura, ayuda a profundizar en el evangelio del Domingo VI del Tiempo Ordinario. 
Sentirse tocado por Jesús


En la Biblia se llama lepra a un conjunto de enfermedades de la piel de muy diverso origen. El libro del Levítico dedica los capítulos 13 y 14 a cómo actuar ante la enfermedad. En Lv 13,45s leemos este texto dramático: «andará harapiento y despeinado, con la barba tapada y gritando: ¡Impuro, impuro! ... vivirá apartado y tendrá su morada fuera del campamento». Una auténtica muerte social.

Ante la petición del leproso Jesús “siente lástima”. El verbo griego utilizado significa literalmente “se le estremecieron las entrañas”. Y eso le lleva a ordenar la curación “Quiero, queda limpio” y a tocarlo. Este gesto no es necesario para la curación, pero para un hombre privado de todo contacto humano el sentirse tocado por Jesús tuvo que ser muy gratificante.

Pero ese gesto le va a complicar las cosas a Jesús. Cuando el hombre ya curado «empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones», Jesús pasa a ser impuro, pues ha tocado a un leproso. Por ello «Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera en descampado».

La actividad sanadora de Jesús, a la que más tiempo dedica, la que es para Él prueba de su mesianismo (como lo afirma a los enviados de Juan Bautista), la que Él encarga a sus discípulos cuando los envía a evangelizar; esa actividad le compromete hasta ser considerado impuro. Pero es una actividad que le nace de un estremecimiento interior, de una profunda compasión.

PUBLICADO EN DIÓCESIS DE MÁLAGA.