Durante el verano, Patxi Valasco nos regala una serie de dibujos de algunas de las devociones marianas más populares, ...
Belén Cortés Gómez, del Movimiento San Juan de Ávila, ayuda a profundizar en el evangelio de este domingo.
Artífices de comunicación
Toda la Biblia es un relato del afán de Dios y del ser humano por comunicarse y comprenderse. Desde esta clave, un discípulo le preguntó a Jesús cómo rezar, intuyendo la importancia o los resultados. Se nos habla de formas de comunicación con Dios y con los demás, especialmente cuando hay que actuar con el prójimo cuyo idioma no hablamos.
¿Intentamos hablar ciertos códigos o sintonizar con alejados, con los extramuros, con quienes no opinan como nosotros o no compartimos estilos de vida? Jesús muestra un fecundo y sencillo código, y nos impele a solucionar los cortocircuitos, porque aun siendo limitados, somos portadores del amor y del bien. La Iglesia autorreferencialmente señala al lenguaje como uno de sus mayores problemas de comunicación. Hay que crear un idioma común a emisor y receptor, capaces y dispuestos a comunicarse. Pero es fundamental la apertura a los demás ya que, incluso con un lenguaje común, el egoísmo nos predispone a intercambiar monólogos. Somos responsables de crear espacios de comunicación sanos y desprejuiciados, alejados del ruido circundante que nos obliga a gritar para conseguir ser escuchados. Los gritos lastiman la comunicación. Necesitamos crear espacios que propicien la convivencia sana, el conocimiento mutuo, el silencio, la acogida, la palabra sincera y misericordiosa. Como Iglesia nacida para comunicar debemos ser comunicación profunda y propiciar la acción de Dios sobre nosotros y el mundo.
PUBLICADO EN DIÓCESIS DE MÁLAGA.