Fátima era un pueblo muy chiquitito. Allí, la Virgen María se apareció a tres niños: Lucía, de 10 años, y sus primos Francisco de 9 y Jacinta de 5. Todos ellos vivían en el campo. No sabían leer o escribir pero en su casa les habían enseñado a rezar y a hablar con Dios. Solamente Lucía había hecho la primera comunión.
Una mañana, cuando Lucía, Francisco y Jacinto se habían llevado las ovejas a pastar al campo, empezó a llover y para no mojarse, se refugiaron en una cueva que había en un bosque de olivos.
Allí comieron, rezaron el Rosario y jugaron hasta que de nuevo salió el sol.
De repente, un fuerte viento que sacudió los árboles, los hizo mirar al cielo. Entonces vieron cómo se acercaba una figura muy luminosa.
Era un joven de unos 14 o 15 años, el resplandor era tan blanco como la nieve y el sol lo hacía a él transparente como el cristal.
Al llegar a los pastores les dijo: 'No temáis, soy el Ángel de la Paz, rezad conmigo.' Y, arrodillado en el suelo, les hizo repetir tres veces la siguiente oración:
'Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.'
Después, el Ángel de la Paz se levantó y les dijo: 'Rezad así. Los corazones de Jesús y María están atentos a todas vuestras oraciones.'
Sus palabras quedaron grabadas en el corazón de los niños y a partir de ese momento, muchas veces se arrodillaron para rezar lo que el Ángel les había dicho.
El Ángel se les apareció más veces para pedirles que no dejaran de rezar por la paz, ya que en ese momento había guerras, y para que fueran buenos.
Un domingo 13 de Mayo, Lucía, Francisco y Jacinta, después de haber ido a misa y de haber llevado las ovejas a pastar, fueron a Cova de Iria, un pequeño pueblo cerca de Fátima.
Mientras allí jugaban, un rayo que alumbró el cielo, los asustó. Tenían miedo de que se pusiera a llover así que volvieron a casa, cuando en el camino otro rayo más brillante aún, los sorprendió.
Encima de un árbol, toda vestida de blanco y más brillante que el sol, se encontraron con una Señora que iluminaba todo con su presencia.
La Señora les habló amablemente y les pidió que no tuvieran miedo, pues no les iba a pasar nada. Después les dijo que volvieran cada día 13 del mes al mismo lugar a rezar sus oraciones por la paz del mundo y el fin de la guerra.
Al llegar el día, los niños volvieron acompañados de más gente al árbol. Solamente ellos la podían ver.
Ella les pidió que rezaran el Rosario y que volvieran al mes siguiente.
La Virgen, en su mano derecha, llevaba un corazón rodeado de espinas. Éste era su corazón, y los niños comprendieron que las espinas las causaban aquellos que no eran buenos y no se arrepentían. Ella les dijo que no tuvieran miedo a los problemas, pues ella les protegería y les llevaría a Dios.
En el pueblo no se hablaba de otra cosa. Había muchos que creían y otros que no.
Al mes siguiente, cuando los niños llegaron a Cova de Iria, vieron que había una multitud esperando.
La Virgen se apareció al mediodía y les pidió que siguieran rezando el Rosario para que la guerra acabase. También, les contó cosas que pasarían en el futuro pero que debían de guardar en secreto por el momento.
Lucía le preguntó a la Virgen que quién era y que hiciera algún milagro para que todos creyeran. La Virgen le respondió que en octubre, les diría quien era, lo que quería y haría un milagro.
El 13 de agosto una multitud acudió a Cova de Iria. Los niños no pudieron ir.
Hacia el mediodía, sobre el árbol, todos pudieron ver el rayo y la nube blanca. La Virgen no había faltado a la cita.
Los niños habían sido detenidos por el alcalde, quien les había pedido que les contara lo que ella les había dicho o los encerraría. Ellos no dijeron nada.
El alcalde los dejo marchar y ellos volvieron a Cova de Iria el día 19. Allí, en un día muy oscuro, la Virgen se les volvió a aparecer y les dijo que rezaran el Rosario y construyeran una capilla en ese lugar.
El 13 de septiembre toda una multitud, más de doce mil personas, se reunieron en Cova de Iria.
Al mediodía el cielo se nubló y la Virgen apareció sobre el árbol. Toda la gente vio como un resplandor bajaba del cielo y hacía sombra al árbol y a los niños.
Les dijo que siguieran rezando y que en octubre haría un gran milagro.
Después se fue, dejando una lluvia de pétalos blancos que se fundían antes de llegar al suelo. Esto también lo vieron todos, ya nadie dudaba de que la Virgen se les había aparecido.
Durante el día anterior al 13 de octubre, la lluvia inundaba Cova de Iria, pero la multitud de gente allí congregada acampaba a la espera del día siguiente.
Al mediodía, la Virgen apareció, les pidió que construyeran una capilla y les dijo: 'Yo soy la Virgen del Rosario, rezadlo cada día, la guerra acabará pronto.'
Levantó las manos y al momento, la lluvia paró, salió el sol y empezó a girar y lanzar rayos.
Cuando el sol paró, todo el mundo pudo comprobar como sus ropas húmedas estaban ahora secas.
Mientras la Virgen volvía al cielo, junto a ella apareció San José y Jesús bendiciendo a todos.
Todos los que estaban allí reunidos, de lo emocionados que estaban se quedaron rezando hasta muy tarde.
Las apariciones terminaron ese día. Pero lo que allí había sucedido lo supo todo el mundo y como la Virgen había dicho, la guerra cesó.
En Fátima la Virgen escuchaba todas las peticiones. Allí construyeron una capilla, más tarde una iglesia e incluso un hospital.